Ayné Loboa: 19 años cocinando con entrega, constancia y sabor en Sodexo

Cuando Ayné Loboa ingresó a Sodexo hace 19 años, lo hizo asumiendo tareas sencillas pero fundamentales: pelar papas, alistar ingredientes, apoyar al equipo en lo que hiciera falta. En ese momento, quizás no imaginaba que estuviese comenzando un camino de crecimiento profesional y personal que hoy la convierte en una figura clave dentro del equipo del Centro de Producción de Jamundí.

Pero la historia de Ayné en la cocina se remonta a mucho antes. Desde los nueve años, la vida le exigió madurez y responsabilidad. Tras la pérdida de su madre, se convirtió en el apoyo de su papá y su hermano menor. Sin embargo, en ese proceso, descubrió una habilidad natural y una pasión que la acompañarían toda la vida. “Desde los nueve cocino”, dice con naturalidad, como quien habla de algo que forma parte de su esencia.

Una pasión que abrió puertas

Esa experiencia temprana le dio base para abrirse camino en el mundo laboral. Trabajó en casas de familia, comedores escolares y restaurantes, siempre demostrando una actitud de servicio, compromiso y muchas ganas de aprender. En uno de esos trabajos, en un restaurante, una jefa notó su talento y no dudó en recomendarla para Sodexo. Así comenzó su historia en la empresa.

Su primer rol fue como auxiliar en el área de preliminares. Las tareas eran operativas, sí, pero ella las asumió con seriedad y dedicación. Desde el primer día entendió que cada cosa que hacía, por simple que pareciera, tenía un impacto en la experiencia de los comensales. No se trataba solo de cocinar, sino de hacerlo bien, con cariño, y con la responsabilidad que implica alimentar a otras personas.

Aprender para avanzar

Los primeros meses no fueron fáciles. El trabajo exigía cumplir con procedimientos rigurosos, controles de calidad, formatos, estándares operacionales que no conocía del todo. Pero lejos de desanimarse, Ayné se enfocó en aprender. Preguntó, practicó, se adaptó. “Me tocó duro al principio, porque había que llenar papelería, cumplir con muchas normas. Pero gracias a Dios, lo superé”, recuerda.

Contacto

Hoy, su rutina empieza muy temprano para llegar a tiempo al Centro de Producción. Allí, con la tranquilidad de quien domina su oficio, se pone el delantal y da inicio a una jornada en la que cada plato debe salir con el mismo nivel de cuidado, sabor y calidad. “Siempre que tenga todos mis ingredientes, soy feliz en la cocina”, dice. Y eso se nota. Entre sus preparaciones favoritas están los sancochos, los ajiacos y la lasaña mixta. Platos que, como ella, tienen alma.

Pero más allá del gusto por cocinar, lo que la distingue es el nivel de compromiso que pone en todo lo que hace. Ayné no trabaja por salir del paso. Su objetivo es que cada comida quede perfecta, que cada persona quede satisfecha. “Me da tristeza cuando algo no les gusta, pero ahí mismo pienso cómo mejorarlo para la próxima vez”, confiesa. Siempre está atenta a los detalles, abierta a mejorar, buscando cómo aportar más desde su rol.

Esa actitud ha hecho que se gane el respeto y el cariño de sus compañeros. Cocinar para cientos de personas puede parecer una tarea repetitiva, pero en sus manos se transforma en un acto de entrega diaria. “A mí me alegra cuando me dicen que la comida estuvo rica. Me llena. Me motiva. Y me da ganas de seguir”.

19 años de pasión, aprendizaje y constancia

Y ha seguido. Con la misma energía, con la misma humildad, con la misma pasión. A punto de cumplir 20 años en Sodexo, Ayné es mucho más que una colaboradora con trayectoria. Es un ejemplo de constancia, de superación diaria, de amor por el trabajo bien hecho. Su historia demuestra que no hay tarea pequeña cuando se hace con propósito, que crecer profesionalmente también es mantenerse firme, aprender todos los días, y nunca perder el entusiasmo por lo que se hace.

Cocinar como forma de vida

Mientras muchos cambian de empleo buscando nuevos rumbos, Ayné ha encontrado en la cocina de Sodexo un lugar para crecer, aportar y dejar huella. Y lo hace cada día, con el mismo cuidado que cuando, siendo niña, cocinaba para su familia. Porque para ella, alimentar no es solo una función: es una forma de servir, de conectar, de estar presente.

Y esa forma de estar, con entrega, con esfuerzo y con orgullo es la que ha hecho de Ayné una pieza fundamental en esta gran cocina llamada Sodexo.