Entre sus pros, destaca que puede ayudar a perder peso y grasa corporal, mejorar el control del apetito y la relación con la comida, y favorecer la regulación de algunos marcadores metabólicos como la glucosa o la presión arterial. Además, su flexibilidad permite adaptarlo fácilmente a distintos estilos de vida, lo que lo hace atractivo para muchas personas.
En cuanto a los contras, es común que al inicio aparezca una fuerte sensación de hambre o irritabilidad durante las horas de ayuno. También es importante tener en cuenta que, si no se cuida la calidad de la alimentación en las horas permitidas para comer, los resultados pueden verse limitados.
Por otro lado, este método no es adecuado para todos y, en algunos casos, puede generar una relación poco saludable con la comida si no se aplica correctamente o sin orientación profesional.